De espaldas al espectador se dispone el gigante sentado que apoya su brazo sobre una de las rodillas. Éste vuelve su rostro barbado hacia atrás y en su cara se dibuja una expresión un tanto melancólica y meditabunda. La boca entreabierta y la intensidad de la mirada transmiten una cierta sensación de angustia. La única referencia espacial en este grabado es la luna, en el ángulo superior derecho, que podría indicarnos que el gigante espera la llegada del nuevo día. Aunque en un primer momento se creyó que Goya había realizado este grabado con mezzo-tinta, posteriormente se concluyó que se había llevado a cabo con aguatinta bruñida.
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